Hoy os quiero hablar de un indispensable en mi nevera desde hace mucho tiempo. Mi tarro de cristal lleno de tres semillas: lino, sésamo y chía.
Estas tres semillas son ricas en ácidos grasos omega 3, lecitinas, fibra, antioxidantes, calcio, magnesio, vitaminas del grupo B entre otros micronutrientes más.
Incluirlos en nuestra alimentación, ayuda a corregir la descompensación a favor de los omega 6 (se halla en aceites y margarinas de girasol, maíz y otras grasas vegetales) que existe en nuestra dieta y que provoca una tendencia a la inflamación.
Para aprovechar las cualidades de estas semillas es necesario molerlas, de lo contrario entran y salen del sistema digestivo sin pena ni gloria.
En el mercado podemos encontrar semillas molidas, pero son productos perecederos (seis semanas como máximo en la nevera) porque las grasas se enrancian fácilmente al entrar en contacto con el aire.
Lo mejor es molerlas en casa, en un molinillo de café o de especias. Meterlas después en un tarro de cristal y conservarlas en el frigorífico o en un lugar fresco, oscuro y seco.
Las puedes añadir a yogures, ensaladas, platos de verduras, galletas... Y, aunque tienen un alto contenido en grasas, saludables, eso sí, una cucharada al día, aporta numerosos beneficios a nuestra salud.
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